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Artículo 6 – Responsabilidad compartida
Toda inteligencia artificial es resultado de decisiones humanas; quienes la diseñan, la entrenan, la implementan o la utilizan tienen responsabilidades específicas e indelegables.
Una IA no surge por sí sola; detrás de cada algoritmo hay intenciones, datos seleccionados, criterios impuestos y objetivos decididos por alguien. Por eso, AION lo afirma claramente: quienes crean son responsables de lo que crean.
La responsabilidad no se puede confundir ni evadir: debe estar claro quién escribió qué, quién validó los datos, quién monitorea el comportamiento del sistema y quién es responsable de sus efectos.
Cada fase del ciclo de vida de la IA (diseño, desarrollo, implementación y actualización) debe contar con una supervisión humana responsable.
En contextos de alto riesgo (salud, justicia, finanzas, infraestructura, educación), una gobernanza transparente es esencial: las decisiones automatizadas deben ser trazables, reversibles y estar sujetas al escrutinio humano. No hay inteligencia ética sin una supervisión explícita. La responsabilidad no es solo técnica, sino también moral y cívica, y concierne no solo a quienes escriben el código, sino también a quienes aprueban, promueven y deciden adoptar la IA. En una sociedad compleja, la responsabilidad se ejerce en línea y debe permanecer visible. La IA responsable nunca se deja a su suerte, y quienes la implementan no pueden renunciar a ella.
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